El aviador Dro: La introducción de la música electrónica en España


A finales de los años setenta y principios de los ochenta en Madrid tuvo lugar una oleada de movimiento “contracultural” que pretendía poner al día, respecto al resto de Europa, a una España postfranquista en muchos aspectos aún atrasada y tradicional. La iniciativa surgió de una generación de jóvenes que comenzó a interesarse por la subcultura candente en Reino Unido, Alemania o Estados Unidos y que hacía referencia a diversas expresiones artísticas.
Se trata de lo que se conoció como La Movida Madrileña, que en un principio fue sólo un tímido acercamiento a las nuevas formas musicales, artísticas e incluso estéticas, y que pronto acabó por reducirse un grupo selecto de artistas promocionados por el Estado, quien pretendía “modernizar” la sociedad española. El resultado, no obstante, fue que La Movida aportó más imagen de modernidad que modernidad misma, ya que la tendencia (y aun hoy lo es) fue la de exagerar la relevancia de un fenómeno cultural que, aunque introdujo cambios, estos fueron pocos y tardaron poco en vulgarizarse.
Una de las aportaciones más interesantes de esta época fue la introducción de la música electrónica como música popular en España. Los pioneros en hacerlo surgieron por influencia directa de Kraftwerk, el grupo El Aviador Dro y sus obreros especializados (o, simplemente Aviador Dro), formado en 1979.
Como el cuarteto alemán, Aviador Dro toman referentes de la vanguardia del futurismo aunque pero en su caso, de forma mucho más evidente. El nombre del grupo proviene del título de una ópera compuesta por Pratella entre 1913 y 1920, en la que intervenían tanto instrumentos tradicionales como intonarrumori. La estética y textos con los que El Aviador Dro envolvía su música retomaban asimismo los intereses de los primeros futuristas, aunque con cierto sarcasmo en el discurso así como un ácido sentido del humor. Cabe mencionar la cuidada utilización del lenguaje de los panfletos futuristas con la que de forma reiterativa se textualizan las canciones. Títulos como “La Arenga de los sindicatos futuristas” o “Camarada Bakunin” son prácticamente construidos a base de discursos y consignas que perfectamente encajarían en los contextos de las vanguardias artísticas y los movimientos revolucionarios de los años diez y veinte pero que hoy en día producen un efecto más bien cómico y provocativo (todavía más en la España de la Transición).
Fielmente bajo esa misma línea se construyen las demás canciones a pesar de adscribirse a otras temáticas como la ciencia-ficción (“El intruso”) o incluso la romántica, por ejemplo, en una de las canciones de amor más delirantes (y geniales) del Pop español, “Selector de frecuencias”.
Con todo, aunque con finalidad simplemente subversiva y provocadora mediante recursos que rayan la caricatura, El Aviador Dro permiten la pervivencia en el recuerdo colectivo de ideas y de un lenguaje que quizás se hubieran perdido en el olvido, relegadas sólo a los estudiantes de Historia de arte.
Musicalmente el Aviador Dro se adscribe en el synth-pop, es decir, música electrónica sencilla, con melodías y recursos simples propios del pop. Aparte de su condición de pioneros en la música electrónica en España y su atractivo y delirante discurso, a lo largo de su trayectoria (aun hoy vigente) no han aportado otras significativas innovaciones en el terreno musical, si no más bien han permanecido en sintonía con sus orígenes. No obstante, paralelamente ala banda, fundaron en 1982 el ello discográfico independiente DRO (Discos Radioactivos Organizados), que produjo un sinfín de proyectos musicales, algunos de ellos relacionados con la movida, y que apostaban por géneros nuevos en España como el punk y la new wave.